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lunes, 27 de enero de 2020

Vida de Nina Simone (Documental Netflix)


Resultado de imagen para documental nina simone netflixEsta semana pude ver en Netflix un documental muy interesante, What Happened, Miss Simone?, la vida de Eunice Kathleen Wayman, conocida como La sacerdotisa del soul. De vez en cuando puedo acertar con lo que veo. Esto, sin duda, fue el premio mayor, pues me permitió saber que hubo un tiempo en que vivió una mujer que supo ponerle cara a la adversidad. Optaría, posteriormente, por el nombre de Nina Simone. Nina porque, hubo un novecito hispano que la llamaba ‘niña’, pero ella, angloparlante, sustituía la /ñ/ por la /n/, así quedó Nina. Simone fue más sencillo, pues se  trataba de tomar el nombre de Simone Signoret, la actriz francesa que era una artista muy admirada por Kathleen.
Nina Simone nació el 21 de febrero de 1933, en Tryon, Carolina del Norte, USA. Su muerte se produjo en Boca del Ródano, Francia, el año 2003. Su piel completamente negra, sus labios extremadamente gruesos y sus ojos saltones, hacían prever que su infancia, o mejor, su vida no sería sencilla. Carolina del Norte está ubicada al sur de USA, un estado que no se caracteriza precisamente por su tolerancia racial a través de la historia. Uno de los primeros encuentros con esta realidad, del que se tiene constancia, le sucedió a los doce años, cuando se alistaba para dar un recital en una biblioteca. Sus padres habían sido obligados a colocarse en la parte final de la sala. Ella, muy decidida, exigió que lo hicieran adelante o no tocaría el piano. Su deseo fue concedido.
Cuando eres un niño, y tienes que enfrentar adversidades, tales como ese racismo que hace a la humanidad inhumana, o padres, emocionalmente distantes que reflejan la carencia que tuvieron; no queda otra que asumir con determinación cada acto de tu vida. Así fue ella, obligada a crecer en medio de una sociedad que alimentaba la fortaleza con la que debía enfrentarla, pero dejando a su paso un reguero de dolor y frustración.
Desde muy niña dominaba el piano. Sus padres que eran predicadores, siempre la llevaban a la iglesia, ella, se sentaba al piano y los deleitaba a los asistentes con su música. Un día, las casualidades deben tomarte listo, llegó a observarla, tal vez por el azar o porque alguien se lo comentó, una maestra de piano clásico, la señora Muriel Mazzanovich. Estuvo bajo su cargo casi toda su infancia y parte de su adolescencia. Una máxima que regía en la vida de Nina Simone, según lo comenta fue la disciplina. Diría una vez que “el talento es una carga no una felicidad”. Esto, tal vez, porque nada se consigue si primero no le dedicas tu vida. Sirve para un hogar, un amor o un talento, pese a las adversidades que nos toca vivir.
Todos nos enfrentamos a una experiencia que nos permitirá marcar el rumbo de nuestras vidas. Saber si somos capaces de enfrentarlas o darnos por vencidos. Talento. Desarrollarlo y mostrarlo o, la mayoría opta por esto, irse con él a la tumba fría. Ella se encontró con este dilema cuando su familia se tuvo que ir a Filadelfia, al norte de Estados Unidos. Su deseo era continuar con sus estudios de piano clásico en el Instituto de Música Curtis, un referente en el país. El dinero escaseaba. Empezó a trabajar como pianista en un bar de Atlantic City para poder cumplir su sueño. El día de la audición, el jurado la observó. Ella tenía un talento enorme. No ingresó. Luego se enteraría de que la rechazaron por el color de su piel. Quedó destrozada. Cuando se repuso, se dio cuenta de algo: nadie sería capaz de interponerse entre ella y  sus deseos. Al final de su vida, el instituto le otorgó un diploma honorífico tratando de resarcir este desliz. Ella lo aceptó.
El talento no se nos lega para triunfar. Ella lo descubriría luego. En este ruin y penoso mundo, somos una pieza importante que puede hacer que todo gire de modo más armonioso. Durante la década del 60, en un Estados Unidos violento y racista, algunos desconocidos mataron a Megdar Evers, un activista por los derechos civiles. Este fue otro punto de inflexión en su vida. También, a ello, se le sumó el ataque terrorista contra la Iglesia de Birmingham, en Alabama, producto de dicho acto, murieron 4 niñas negras. Nina no podía quedarse callada. Había llegado el momento de que su talento, su voz, llegue a gritarle al mundo lo que sucedía. ‘Mississippi Goddam’ (Maldito, Misisipi) fue el resultado de esa tragedia, pero más que eso fue el resultado de una vida que le tocó vivir. Se enfrascó en una lucha por los derechos civiles en la nación que representa la mayor democracia del mundo. Su canto era un grito de dolor desde las mismas entrañas del país. Nina tomaba la bandera de una lucha para la que se preparó durante años.
Lo que siguió en su vida fue un vaivén de ascensos y caídas que la convirtieron en alguien diferente. Sus luchas, sus amores, su talento: todo contribuyó para que el mundo conozca a una mujer que supo predicar, desde su dolor, desde sus deseos, desde sus anhelos no cumplidos, que tenemos que entregarnos con pasión a lo que amamos. Solo así nuestra presencia en este mundo estará justificada.

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